viernes, 26 de mayo de 2017

Elogio de la locura


                              

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     El elogio de la locura es una obra que supone un momento de descanso, de recreo, dentro de la amplia y seria producción de Erasmo. Es una obra de inteligencia lúdica que se divierte jugando con la broma, la sátira, la ironía, el chiste… 
     El libro se publica en París, en 1511, aunque es escrito dos años antes. Erasmo, en la madurez de su vida, se da cuenta de que en el mundo la razón apenas tiene poder y de que reina una insensata confusión. Quiere atacar todo esto, pero decide hacerlo de una forma mesurada, a través de esta obra. Esta idea la concibe al dirigirse a Inglaterra procedente de Italia. Entonces piensa en todo lo que ha visto allí y, considerando el momento poco propicio para meditaciones, opta por divertirse. En la casa de Tomás Moro la trasladará su sátira al papel. El título será Encomium moriae. Más tarde, en 1511, escribe en París la carta que habría de servir de prólogo. 
     Erasmo unifica en esta obra varias corrientes. Son fundamentalmente tres las que destacan: la clásica, personificada en Luciano; la carnavalesca, estudiada por Batjin; y el tema de la locura y la nave de los locos, comentada por Foucault y Urs von Balthasar. En cuanto a la primera, diremos que el autor para justificar su burla apela a los clásicos. Quiere integrarse en una la tradición de los discursos extravagantes como el de Virgilio, que le canta al mosquito; el de Glauco, que celebra la injusticia; el de Favorino, que ensalza las fiebres cuartanas, el de Luciano, que compone el Elogio de la mosca… La segunda línea, la carnavalesca, se relaciona con las llamadas “fiestas de bobos” de la Edad Media, con los bufones. Por último, una tercera tradición que se asimila es la de la locura: a finales de la Edad Media y principios de la Moderna abundan las obras que estigmatizan vicios y defectos achacándolos a una especie de gran sinrazón invasiva e irremediable. Las imágenes de la ebriedad y la locura tienen enorme éxito: en 1485 Guyot Marchand publica la Danse macabre, en 1492 Sebastián Brant escribe su Narrenschiff o nave de los locos, en estas fechas el Bosco pinta su desolada “barca de los estultos”…
     El Elogio es ante todo una obra irónica, en la que se dice lo contrario de lo que parece decirse. Es, pues, un discurso que obliga a convertir todas las afirmaciones en negativo para entenderlas. De esta manera, el autor pretende llegar a los lectores a través de la retórica, pero también se intenta proteger: siempre puede negar lo dicho alegando que es un juego. 
     El libro aparece dividido en 68 capítulos. Desde el primero, aparece la locura como uno de esos personajes teatrales que hacen su propia presentación y que debutan alabándose.
     A lo largo de los seis primeros capítulos, va haciendo Erasmo ostentación de su propia erudición —aunque aparentemente haya protestas en sentido contrario— a través de frases, proverbios, situaciones, ejemplificación abundante extraída de los clásicos, aunque termine diciendo:
     “Se ha visto, pues, que imito a los retóricos de nuestro tiempo…”
     Los capítulos VII al X nos hacen la presentación de las fuerzas que mueven la sociedad de su tiempo. Lo hace a través de la presentación de sus propios progenitores y cortejo.
     Pero no contento con poner a la Locura como ingrediente de la vida, la presenta como fuente de la misma: “Y en suma, a mí, solo a mí, repito, tendrá que acudir ese sabio si alguna vez quiere ser padre…” Aquí se asoma la amargura de su propio origen.
     En el capítulo siguiente, el XII, habla de la Locura no sólo como fuente de la vida sino de cuanto existe de bueno en el mundo, afirmación que tomada en serio sería una auténtica aberración tanto en su expresión como en su contenido, al hacer de los placeres sensibles la única y verdadera felicidad.
     Fuera de la Locura, los primeros personajes que desfilan alrededor de Ella son la niñez y la vejez (XIII-XIV). En ambos extremos encontramos a la Locura, como dueña y señora.
     Seguidamente —capítulo XV— hace otro alarde de erudición sumiéndose en el “empíreo”, haciendo alusión a dichos, hechos y proverbios de Safo, Ovidio, Luciano Homero, las Geórgicas…
     Los cinco capítulos siguientes los emplea en hacer desfilar en boca de la Locura diversas situaciones e instituciones:
     XVI: disquisiciones sobre la razón y la concupiscencia. Da una visión negativa, de tendencia protestante.
     XVII: sobre la locura de las mujeres.
     XVIII: sobre los festines.
     XIX: sobre la dulzura y trato con los amigos.
     XX: sobre el matrimonio.
     Todo lo somete a su visión satírica, amarga, demoledora, sin esperanza, sin trascendencia.
     XXI: Resume así su visión:
     “En suma, de tal forma no hay ninguna sociedad ni relación humana que pueda ser placentera ni estable sin mí, que ni el pueblo al príncipe, ni el siervo al señor, ni la criada a la señora, ni el discípulo al maestro, ni el amigo al amigo, ni el marido a la esposa, ni el inquilino al casero, ni el camarada al camarada, ni el huésped al anfitrión les soportarían un instante si el uno con respecto al otro no fingieran, ni se adularan, ni se engañaran, prudentemente, ni se untaran con la miel de la Locura.”
     Este pensamiento resumido en el capítulo XXI, como hemos dicho es por una parte un resumen de los anteriores y por otra parte la sustentación de los que siguen, XXII y XXIII:
     -“la primera condición de la felicidad es que cada cual esté satisfecho de ser lo que es”.
     -“Filautía (el Amor Propio) da para ello grandes facilidades.”
     -“logra que nadie tenga queja de su propia belleza, ni de su ingenio, ni de su progenie, ni de su estado, ni de su conducta, ni de su patria.”
    -todas las empresas humanas son realizadas por la “hez de los mortales y no, por los filósofos que velan bajo una lámpara.”
    Como para reforzar las ideas expuestas hasta aquí, Erasmo ofrece en los siguientes capítulos (XXIV a XXVII ambos inclusive) una ejemplificación abundante tomada de hechos de la antigüedad. La tesis expuesta es la siguiente: la sabiduría no sirve para regir los pueblos; éstos la rechazan. Esta argumentación termina en el capítulo XXVIII hablando de las artes.
     A partir del capítulo XXIX no sólo reclama para la locura las excelencias del valor del ingenio, sino también las de la prudencia. Pero no se trata de invitar a vivir la prudencia como virtud sino la prudencia de la vida, la astucia para triunfar en ella.
     La vida es una comedia, hay que adaptarse a ella. De los capítulos XXX a XL insistirá en las mismas ideas aún con mayor cinismo. Contrapone una visión dolorida, pesimista y amarga de la vida a una visión venturosa que sólo se puede alcanzar con la Locura; la realidad de la primera lo lleva a justificar el suicidio, la segunda a la felicidad inconsciente.
     Así, el engaño es lo verdadero. Cuanto más incompetente sea una persona, más grata será su vida y más se le admirará. Ser engañado, parece una desgracia pero, no serlo, constituye una desgracia mucho mayor. Sigue insistiendo, la cordura es una desdicha, la presunción es la felicidad. Bajo esta perspectiva y en corroboración de la tesis que sostiene, hace desfilar a numerosos oficios y profesiones; ciencias, las más preciadas, las del común sentir. Sólo el médico es estimado por los hombres; la Medicina, tal y como hoy la ejercen muchos, no es otra cosa que una forma de adulación, no menos que la retórica, la profesión de leguleyos, propia de asnos; la de teólogos, sólo les sirve para roer legumbres. Los más felices, los que consiguen abstenerse de todo trato con el saber; la felicidad está reservada a los que sólo se dejan conducir por la naturaleza, los animales se contienen dentro de los límites de su condición.
     Los capítulos XL a XLVIII nos ofrecen un ataque frontal, una censura sin paliativos a “todos los pecados de la Iglesia”. Expresa con una inconsciencia sin límites ideas que no por decirlas en tono jocoso representan un menor peligro.
     En los capítulos XLIX a LIII desfilan gramáticos, poetas, jurisconsultos, filósofos y teólogos. A todos ataca, de todos se queja. Concretamente en el XLIX expone parte de su sentido crítico hacia la educación que seguía aún vigente y en concreto hacia los “gramáticos”.
      En el capítulo LIV habla de religiosos y monjes. Se siente con autoridad para vejarlo todo: la confesión, la memoria de los Apóstoles. Si no se debe pensar en su mala fe, una vez más nos admiramos de su ligereza y frivolidad, de su falta de sensibilidad y delicadeza.
     En los capítulos LV y LVI desfilan Reyes, príncipes de la Corte y Cortesanos. La sátira, aunque dura, es mucho más suave y respetuosa.
     En el LVII, el LVIII y el LIX, partiendo de lo anteriormente dicho sobre los príncipes e incluso valiéndose de las mismas imágenes —el significado de los vestidos— fustiga al Sumo Pontífice, cardenales y obispos. Termina con un quiebro frívolo, sin sentido o si se prefiere, lleno de sentido: el de desviar la atención hacia la Locura.
     Llegando al final, en el capítulo LXI dirá: “la Fortuna ama a las gentes poco reflexivas (…) la sabiduría hace a las gentes tímidas y así veréis por todas partes sabios a quienes acompaña la pobreza, el hambre y la oscuridad, y viven olvidados, sin gloria y sin simpatía.”
     En el LXII cita a Catón: “La mayor sabiduría es parecer loco”; a Horacio, con varios versos y Epístolas; a Homero que llama a Telémaco, niño loco; a Cicerón que afirma que “el mundo está lleno de locos.”
     Y por si tales autoridades son de poco peso para los cristianos, —LXIII— trata de robustecer las alabanzas a la Locura con textos de la Sagrada Escritura. En este capítulo como en el siguiente —LXIV— tanto por el contexto como por el modo de interpretar algunos textos, capítulos citados y los siguientes, no podemos por menos de rechazar toda gracia y todo posible ingenio, además de merecernos una total repulsa desde el punto de vista doctrinal.
     Por último, el capítulo LXVIII, sirve de epílogo.
 Fuentes:
-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura o encomio de la estulticia, edición y traducción a cargo de Pedro Voltes, introducción de Juan Antonio Marina, Madrid, Espasa Calpe, colección Austral, 2008, 16ª ed.
-DE ROTTERDAM, Erasmo, Elogio de la locura, edición a cargo de Teresa Suero Roca, Barcelona, Bruguera, 1974.

jueves, 25 de mayo de 2017

Artículo de Ramón Irigoyen publicado en “Diario de Navarra”. Miércoles, 17 de mayo de 2017



Gloria Fuertes nació en Madrid el 28 de julio de 1917, el año de las apariciones de la Virgen en Fátima, de la Revolución bolchevique en Rusia y del nacimiento del célebre torero Manolete, a quien mató un  miura, de nombre Islero, en 1947. El día y mes del  nacimiento de Gloria Fuertes es una fecha grabada a fuego  en mi memoria porque, ese día, siempre me acuerdo del cumpleaños de un tío mío fallecido, hace 50 años, en un accidente de tráfico. A partir de este año, el 28 de julio, me acordaré de mi tío y de Gloria Fuertes, la poeta española de mayor éxito en la segunda mitad del siglo XX y cuya obra, por su inmensa calidad, sigue tan fresca como en las fechas en que se publicó.
Asistí recientemente en la Biblioteca Nacional de España (BNE) al homenaje organizado  para celebrar el centenario de su nacimiento.   Participaron en este homenaje Paloma Porpetta, presidenta de la Fundación Gloria Fuertes, José Manuel García Gil, vinculado a la Fundación Carlos Edmundo de Ory, presidida por la pintora Laura Lachéroy, viuda de Ory, y Agustín Palacios, excelente poeta y autor de diarios.
Antes de asistir al acto organizado en la BNE visité la soberbia exposición Gloria Fuertes  instalada en el Centro Cultural de la Villa Fernán Gómez, con sede en la plaza de Colón, a 50 metros de la Biblioteca Nacional. Paloma Porpetta, que, en un  acto anterior de homenaje a Gloria Fuertes   – Todas con Gloria – celebrado en el Instituto Cervantes con el brillante recital de poemas de Fuertes  a cargo de  no sé si 15 poetas mujeres o 15 mujeres poetas – que ellas decidan cómo quieren ser nombradas -, me dio la orden literalmente militar de que la llamara cuando fuera a ver la  exposición del Fernán Gómez. Yo, que soy alérgico a recibir órdenes – mi querido padre nacido bajo el signo militar de Aries me molió a órdenes  -, pero que soy un manso corderillo cuando las cosas me las piden por favor, en este caso, me sometí a la orden marcial de Paloma Porpetta, la telefoneé  y en el Fernán Gómez escuché con unción  sus sabias palabras  que  comentaban  las espléndidas fotografías y poemas de Gloria Fuertes.
El único inconveniente de visitar una exposición con la presidenta de la Fundación Gloria Fuertes que, además, es la comisaria de la exposición y del maravilloso catálogo que ha impreso el Ayuntamiento de Madrid, es que, en el despliegue de su sabiduría, avanzamos tan poco en la sala que  solo vi una quinta parte de la exposición y, al empalmar la visita a la exposición con el mencionado acto de la BNE, me quedé  sin ver las cuatro partes restantes.  Y digo esto para dejar bien claro que una exposición dedicada a un escritor – y, en este caso, soberbia escritora – con un despliegue  de tan amplísimo espacio y, a la vez, tan bellamente distribuido, no recuerdo haber visto nunca. Tambén el catálogo de homenaje a Gloria Fuertes es una maravilla.
En el acto de la BNE, presentado por Carlos Alberdi, el emperador de la  gestión cultural, Paloma Porpetta, que habla con velocidad de youtuber, defendió  con pasión la enorme calidad de la poesía de Gloria Fuertes y el enorme éxito de sus libros infantiles en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado. José Manuel García Gil, biógrafo de  Carlos Edmundo de Ory, relató la historia de la amistad entre este espléndido poeta y prosista gaditano y Gloria Fuertes. García Gil es autor de la recomendabilísima  edición de Cuentos de hadas de Carlos Edmundo de Ory,  publicada por Cátedra. Una documentadísima introducción de 100 páginas dice todo lo que hay que decir sobre el cuento en España en los años 50,  sobre el cuento fantástico en los años del Dúo Dinámico, sobre los espléndidos cuentos de Ory y sus fuentes literarias y sobre su obra inédita.
Agustín Palacios comentó un par de errores  que circulan por ahí sobre Gloria Fuertes y Paloma Porpetta, con un encaje digno de una jugadora de jockey – un deporte, que, por cierto, practicó Gloria Fuertes: una foto de la exposición daba fe de ello  – se prestó a corregirlos con celeridad de patinadora.
El pasado domingo, 14 de mayo, se clausuró esta exposición que han visitado 33.000 personas. A las cinco de la tarde, la hora taurina que  cantó Lorca, volví a  la exposición para ver lo que no llegué a ver el primer día. En la entrada de la sala de la exposición sentí no asistir al recital, un auténtico maratón de 10 horas,  en el que el publicó leyó – o recitó, según los casos – poemas de Gloria Fuertes. En la visita de la exposición tuve mi mente dividida entre las maravillas allí expuestas y el Real Madrid-Sevilla y el Las Palmas-Barcelona, que se televisaban a las ocho de la tarde, y que se  me cruzaban por el cerebro más de lo que yo quisiera. Luego me arrepentí de no haberme parado en la sala  a leer un poema de Gloria Fuertes, a quien en una ocasión presenté  en la sala pamplonesa de la Caja de Ahorros de Pamplona, y a cuyo entierro asistí en Madrid el 27 de noviembre de 1998.

Robert Richardson: «El mensaje primordial de Thoreau es estoico: tenemos que volver a la naturaleza»



Robert Richardson
Robert Richardson 


Aunque nació hace 83 años en Milwaukee (Wisconsin), tal vez el haber crecido entre Medford y Concord (Massachuseyts, la tierra de Henry David Thoreau) trazó el destino de Robert (Bob) Richardson. Además de haber enseñado en Harvard, Yale, y las Universidad de Colorado y Sichuan, en China, tras escribir dos libros sobre literatura, cine y mitología ha centrado su escritura en figuras como Emerson o William James, que le han marcado vital y espiritualmente, pero sobre todo Thoreau. A pesar de que su biografía del autor de Walden se publicó en 1986 en Estados Unidos, llega ahora al lector español prístina y reveladora como cuando fue escrita. Casado en segundas nupcias con la también escritora Annie Dillard, trabaja actualmente en el siglo XI en Persia y el XIX en Inglaterra, y la obra de dos poetas: Omar Jayam y Edward FitzGerald. Incluso el correo electrónico (como fue hecha esta entrevista) puede revelar un carácter, pero tres breves conversaciones telefónicas demostraron que la amabilidad es en Bob Richardson una cualidad del alma que redunda en la claridad de su prosa. Como a Thoreau, tampoco le gustan los sonajeros.
¿Por qué decidió dedicar tiempo a Thoreau?
«Todos los sitios pueden ser Concord. Thoreau tiene algo para cada uno de nosotros»
Tomé la decisión de trabajar sobre Thoreau cuando enseñaba en la Universidad de Denver, en Colorado, en los años setenta del siglo pasado. Un día, antes de que comenzaran las clases, estaba leyendo el Diario de Thoreau. Él decía que si quieres ver ratas almizcleras en medio de la corriente necesitas permanecer inmóvil durante cinco minutos y observar la orilla, donde la vegetación brota del agua. Bajé caminando hacia el río que atraviesa la ciudad, me quedé quieto durante cinco minutos y, tal como Thoreau aseguraba, una rata almizclera apareció justo donde él dijo que lo haría. Así que, pensé: no necesito irme a vivir en Concord, Massachusetts, para aprender de este hombre. Todos los sitios pueden ser Concord. Thoreau tiene algo para cada uno de nosotros. Para ver hay que querer ver.
¿Por qué siguen siendo su figura, sus ideas y sus escritos tan importantes para la filosofía estadounidense?
El mensaje primordial de Thoreau es una idea estoica, y consiste en que no deberíamos buscar orientación en el pasado, en el estado, en la iglesia, y ni siquiera en el individuo, sino que deberíamos volver a la naturaleza.
¿Cuán relevante fue su libro cuando apareció en 1986, y cuán relevante cree que es hoy, cuando está siendo publicado en español, en tiempos de Trump, el 'Brexit' y la posverdad?
«Los puntos de vista de Thoreau se vuelven más relevantes a medida que seguimos ensuciando el planeta»
Los puntos de vista de Thoreau se vuelven más y más relevantes a medida que continuamos ensuciando el planeta, volcamos cantidades ingentes de CO2 en la atmósfera, y envenamos los océanos. «¿Para qué necesitamos una casa si no tenemos un planeta tolerable donde levantarla?», se preguntaba Thoreau. La pregunta era buena cuando la formuló y lo sigue siendo hoy. La naturaleza es ley. Eso es cierto ahora, y siempre lo fue. Era verdad en 1986 y lo es en estos momentos a pesar de lo que Trump y sus secuaces puedan proclamar. 
¿Sigue firme su fe en los padres fundadores de la democracia estadounidense y en Emerson y Thoreau dados los acontecimientos recientes?
Los padres fundadores de América hicieron un gran trabajo para su época y su lugar. No perfecto, desde luego (no olvidemos la esclavitud) y no aplicable en el futuro sin ajustes. No olvidemos que la población total de Estados Unidos en 1840 equivalía a la mitad de la población de California en 2010. Nuestra Constitución necesita una puesta a punto. No es nada democrático que que California y Wyoming tengan cada uno el mismo número de senadores: dos. Unas 37 millones de personas viven en California, mientras que la población de Wyoming apenas supera el medio millón. Necesitamos de figuras como Emerson, Thoreau y William James ahora más que nunca. Ellos eran partidarios de un indivualismo con una clara conciencia de la responsabilidad respecto a su comunidad. Nadie puede estar por encima del estado, pero el individuo es más importante que el estado.
¿Cómo de estrecha es la relación entre el arte de escribir de Thoreau y su arte de caminar?
«El ritmo de la escritura de Thoreau es equivalente al ritmo de su paso»
Thoreau necesitaba caminar a diario, como también necesitaba trabajar sentado a su mesa (leer y escribir) todos los días. Escribir es, como caminar, una actividad, y del mismo modo que las acciones vienen a menudo precedidas de las emociones, el sentido y el significado pueden aparecer tanto en el acto de escribir como antes de sentarse al escritorio. Tiene razón cuando asegura que el ritmo de su escritura es equivalente al ritmo de su paso.
¿Dónde le situaría usted en la escena política contemporánea?
Creo que Thoreau se situaría sin duda a la defensiva ante todo lo que tiene que ver con la actual Casa Blanca. Todo el mundo recuerda que fue a la cárcel porque se negó a pagar un impuesto estatal para sufragar la guerra contra México. Pero el acto más decisivo y perdurable que acometió Thoreau entonces no fue el hecho de ir a la cárcel, sino lo que escribió al respecto: alzó la voz, tocó a rebato la campana de la torre, y escribió, una y otra vez, contra la esclavitud y a favor de John Brown [un capitán que protagonizó una rebelión armada contra la esclavitud y fue apresado y ejecutado]. 
¿Fueron Virgilio, Goethe y Emerson los padres fundadores de su amor por la naturaleza?
Sin duda, aunque deberíamos incluir a Humboldt y la inmensa cantidad de libros de viajes, cuadernos de botánica, ensayos y sus propios diarios de caminante, y su íntima y perpetua inmersión en la naturaleza misma.
Emerson, Thoreau, Whitman, Melville, Dickinson... ¿Qué clase de hilo de acero de trascendentalismo y fe en el indivuduo y la naturaleza se podría trazar entre estos autoers y los tiempos modernos?
«Creo que hace tiempo que los estadounidenses hemos dejado de ser una nación de lectores»
Lo que usted bellamente califica de hilo de acero de fe y trascendentalismo está todavía vivo en América, aunque creo que hace tiempo que hemos dejado de ser una nación de lectores. Si por ejemplo llegas a vender un millón de ejemplares de un libro, tan sólo alcanzarías a menos del 1 por ciento de los ciudadanos estadounidenses, y como alguien ha señalado la gente que no lee no tiene ninguna ventaja sobre la gente que no sabe leer. Nuestras universidades, nuestros escritores y nuestra cultura -películas y televisión aparte- están sometidos a grandes presiones, pero algunos todavía florecen, y todavía hay quienes sostienen ese hilo de acero, como Annie Dillard, Edward Hoagland, Gretel Ehrlich, Dennis Overbye, Mary Oliver, Edward Hirsch y otros cientos.
¿Se puede decir que para Thoreau, como para Laplace, Dios no era necesario?
No lo creo. En ocasiones es cierto que puede sonar como Laplace, sobre todo a medida que envejecía. Pero Thoreau tenía sentimientos religiosos, aunque no era para nada un clerical. Para él Dios está en todo. Esto es panteneísmo [concepto filosófico y teológico que indica que Dios es inmanente y trascendente al universo, que Dios engloba el universo, pero no se limita a él], no panteísmo. El dios de Thoreau es como el de Lucrecio. Es posible que existan los dioses, pero no tienen el menor interés en nuestra existencia.
¿Comparte su convicción de que podemos conseguir lo que los griegos, porque en esencia somos como ellos?
«No somos peores por haber llegado más tarde al juego de la vida»
Por supuesto. Emerson, Thoreau y Whitman creían que estamos hoy en la misma situación que Adán y Eva. El mundo entero se ofrece ante cada nuevo ser, y podemos lograr todo lo que nos propongamos. No somos peores por haber llegado más tarde al juego de la vida. 
¿Está de acuerdo con Emerson en que su verdadera biografía se lee en su poesía?
Sí, creo que Thoreau dejó nítidos trazos de sus apegos emocionales hacia Ellen Sewall y hacia su hermano John tanto en su poesía como en su prosa. Pero su vida en la naturaleza es mucho más clara en su prosa. No es una pregunta fácil. En la biografía que está a punto de publicar en Estados Unidos Laura Walls pone especial énfasis en las cartas, las amistades y vida diaria en el mundo rural a la hora de explicar la vida de Thoreau.
¿Encuentra alguna resonancia entre Simone Weil y Thoraeu?
«Thoreau se sentiría muy contento de que le vincularan a Simone Weil»
Estoy seguro de que Thoreau se sentiría muy contento de que le vincularan a Simone Weil. Ambos eran supremamente inteligentes, con una voluntad de hierro, e indeferentes a las presiones sociales, al qué dirán. Eran adalides inconformistas de la conciencia individual.
¿El descubrimiento del yo y la integridad del individuo están en la raíz del verdadero libertario?
El individualismo está bajo bajo el fuego. El argumento que se esgrime es que hemos llevado el individualismo demasiado lejos y hemos perdido nuestro sentido de comunidad. Lo que necesitamos, evidentemente, es una comunidad de individuos en el que cada uno posea imperativos sociales y personales. Thoreau estaba dispuesto a ser un buen vecino en la mayor parte de las cosas. Desde luego que ese es un objetivo que merece la pena. 
¿Era Thoreau más un hombre de ríos que de bosques?
Los ríos son las venas del mundo. Los bosques son el cuerpo. Los dos son desesperadamente necesarios. ¿Cuál ese la diferencia -se pregunta Thoreau- entre la forma en que un río encuentra su camino hacia el mar, la forma en que un pájaro cumple su rito migratorio de un continente a otro y la manera en que un hombre pilota su navío hacia tierras lejanas? Las cosas están mucho más interconectadas que aisladas.
¿Qué es lo que ve y lee en la naturaleza?
«Él aprendió a leer lo que cada viento, cada lluvia, cada tormenta de nieve tenían que decir»
Thoreau está más interesado en cómo la naturaleza escribe por sí misma, cómo se expersa ella misma. Él aprendió a leer lo que cada viento, cada lluvia, cada tormenta de nieve tenían que decir por sí mismos. Leyendo el paisaje boscoso es el título de un libro reciente. A Thoreau le encantaría. En la sutil depresión de la nieve en torno a la base de un árbol Thoreau podía leer el efecto de un árbol vivo en la acumulación de nieve. 
Paul Valéry solía decir que la sintaxis es una cualidad del alma. No puedes escribir verdaderamente bien si no eres una buena persona. ¿Era lo que escribió la mejor forma de mostrar el tipo de hombre que Thoreau era? ¿Es cierto ene ste caso que su estilo era él mismo? 
Thoreau se tomó muy en serio su trabajo como escritor. Él podía volver a describir algo una y otra vez hasta quedar satisfecho. En la denodada búsqueda de reflejar lo que de verdad revela la naturaleza él expresaba su verdadero ser, lo cual no tiene nada que ver con lo que solemeos denominar «expresarse uno mismo». En cualquier caso, es cierto que no puedes escribir mejor de lo que eres. 
Para reformar el gobierno debes primero reformarte a ti mismo. ¿Es esto quintaesencial Thoreau?
Sin la menor duda. Thoreau lo sabía, y Ghandi lo tomó de él. «Las reglas del juego equivalen a las propias reglas y las propias reglas equivalen al auto-control... Solo la gente que sea capaz de dominarse a sí mismo puede exigir respeto y libertad...» (Hind Swaraj).
¿Era Thoreau una sueret de enemigo avant-la-lettre del capitalismo, el comercio y el consumismo?
Absolutamente. Porque esas tres fuerzas nos llevan cerca del dinero y nos alejan de la naturaleza. Fácil de decir, difícil de aplicar en la vida.
¿Tiempo es todo lo que tenemos y nuestros pies para tomarle la medida al mundo?
Cada uno de nosotros tiene su tiempo. Podemos aprovecharlo o desperdiciarlo. Annie Dillard dijo: «La forma en que empleamos nuestros días es, por supuesto, la manera en que gastamos nuestra vida».
¿La más aventurera, difícil y arriesgada expedición es la que emprendemos en busca de nosotros mismos, y la que Thoreau bebió a fondo?
Sí que lo es, y Thoreau puede ser gracioso al respecto. «No vale la pena dar la vuelta al mundo para hacer recuento de gatos en Zanzíbar». Es mejor, «explorar nuestras más altas latitudes». Sir John Franklin «no es el único que anda perdido».
Hablando de España, ¿no cree que sería mucho más útil e inteligente para la izquierda recurrir a Thoreau como ouno de sus maestros para navegar hacia el futuro?
Por favor, que lo hagan. Tal vez les seguiremos desde aquí. Lo que he descubierto mientras me dedicaba a la enseñanza es que tan solo un tercio de los estudiantes mostraba interés en Thoreau, pero a los que les interesaba era de forma apasionada. El individualismo democrático de Thoreau, que comparte con Emerson y Whitman, es la más adecuada filosofía para la era nuclear. Esto ha sido destacado especialmenet por George Kateb. No se trata solo de individualismo, sino de individualismo democrático -que no tiene nada que ver con el individualismo rudo, depredador, o el aislacionismo- lo que de verdad necesitamos.
¿Cuál ha sido el impacto de las enseñanzas de gente como Emerson y Thoreau en su trabajo como escritor y profesor?
«Enseñar el pensamiento de Emerson y Thoreau me cambió la vida»
Enseñar a fondo el pensamiento de Emerson y Thoreau y lo que de verdad pensaban me cambió la vida. Mis mínimas opiniones acerca de sus logros y sombras no significan nada. Ruskin tenía toda la razón cuando decía que el trabajo de una persona debería ser dar las gracias por lo que ama.
Adoro la frase que usted extrae de los escritos de Thoreau: «El pensamiento no es nada sin entusiasmo». ¿Es el camino que usted emplea para investigar, escribir y enseñar acerca de Thoreau, Emerson, William James, Persia y sus poetas?
«Creo que fue Hegel quien dijo que nada es lo bastante valioso si no ha sido hecho con entusiasmo»
Creo que fue Hegel quien dijo que nada es lo suficientemente valioso si no ha sido hecho con entusiasmo. Dijera quien lo dijera, es cierto.
¿Quién es Robert Richardson?
Robert Richardson es un profundo admirador de los escritos y los pensamientos de Emerson, Thoreau y William James, y todavía queda espacio en su corazón para Omar Jayam

martes, 23 de mayo de 2017

Libro con crítica de Luis Francisco Pérez








Qué ensayo tan raro y tan bello. Tan anacrónico y extemporáneo como radicalmente exquisito en sus planteamientos y preocupaciones. Qué manera tan sensual y tan moderna de escribir sobre artistas más o menos desconocidos u olvidados, hijos de un tiempo jóven y de dudosa enunciación, pero sobre todo cruel y devastador. Que forma tan estremecedora de traer al presente el Retablo de Isenheim, o "dar la vuelta" (literal) a la prosa poética del primer Sebald. Cómo no llorar (también literal) cuando describe una hambruna en un siglo cualquiera de miseria y dolor con cuadrillas de criaturas, más salvajes que asilvestradas, gritando por los pueblos en una lengua aún adánica: "!!! Nos morimos de hambre !!!". Imposible no asombrarse cuando analiza la obra del escritor húngaro (desconocido para mí hasta ese momento), László Földényi, autor de una obra (traducida a nuestra lengua) de título entre deslumbrante e insuperable: "Dostoievski lee a Hegel en Siberia y rompe a llorar". Cómo no experimentar una brutal descarga de rendida admiración cuando en un capítulo sublime une la poesía del ruso Joseph Brodsky con la barroca pintura de un artista flamenco contemporáneo, Michaël Borremans. Cómo no agradecerle que en mitad del ensayo nos enseñe a "escuchar" a Europa a través de las notas y acordes del maravilloso (el calificativo no es el adecuado) "Cuarteto de Cuerda" (así titulado, sin número) del compositor polaco Witold Lutoslawski: https://youtu.be/a-I_igR6o7c. Y este capítulo (el mejor de un ensayo donde no hay una página que no merezca ser leída y pensada) se llama, claro está, "Europa"... Al igual que existen los Hombres Justos, también se manifiesta un tipo de pensamiento (infrecuente, claro está) que yo no dudaría en calificar, humana y religiosamente, de Justo. Este último ensayo de Ramón Andrés (conocía los más cercanos suyos a la singular filosofía de la música que practica: T.W.Adorno le hubiera condenado con el juicio implacable que le caracterizaba) es un pequeño gran milagro de la belleza, del amor, de la inteligencia, de la Justicia Poética, del más puro y noble refinamiento intelectual... Y mira sí, todo hay que decirlo, ha sido escrito por un autor español.




domingo, 21 de mayo de 2017

Apuntes y reflexiones para la comunidad artística sobre Venezuela y la situación actual


Ángela Bonadies & María Virginia Jaua

Publicado el 2017-05-21
¿Cuál es la relación entre arte y política? Esta podría ser la pregunta con la que nos gustaría hacer una llamada a la reflexión de nuestra comunidad artística sobre lo que está ocurriendo en Venezuela. Sabemos que no es una tarea fácil, por lo complejo de la situación, por el aceleramiento de los acontecimientos y también, claro está, por la distorsión de la información que existe tanto dentro como fuera de las “fronteras”.
A pesar de esas dificultades y de los límites a los que nos enfrentamos, no por ello no procuramos dilucidar y aclarar lo que consideramos está causando una enorme confusión en el exterior e induciendo una intoxicación mediática sobre la tragedia cotidiana que se vive en el país.
Antes de entrar en materia, creemos necesario señalar por qué este intento es un trabajo a cuatro manos. Nosotras, quienes firmamos somos dos venezolanas: la una vive la experiencia desde dentro, la otra, desde fuera. Y aunque ambas tenemos de alguna manera “experiencias” distintas, coincidimos en algo fundamental: nos preocupa constatar que la grave situación que se viene produciendo no se está entendiendo, sino que, muy al contrario, en la mayoría de los casos ha sido mal leída, mal interpretada y en el peor de los escenarios: desdeñada o ignorada.
Es importante insistir en que no puede darse una producción de pensamiento y de criticidad ni dentro de las artes ni dentro de la cultura si antes no se practica una cierta “increencia”. Es decir, que nos parece no necesario, sino urgente un cierto distanciamiento ante cualquier fe ciega, cualquier postura ideológica, cualquier construcción de relato que intente sostenerse por la fuerza, cualquier violencia, cualquier etiqueta, cualquier prejuicio,  cualquier muerto.[1]
Sabemos que esta distancia crítica -posiblemente debido a que requiere un desapasionamiento, que a la vez debe ser pasión- es quizás una de las condiciones más difíciles, más inalcanzables, más utópicas, justamente porque el arte y su sistema casi siempre labora en y para la construcción de relatos. Y eso nos obliga a que nos preguntemos ante nuestra comunidad: ¿qué es hacer arte político hoy, ahora? ¿Cuál es la responsabilidad política de los artistas, los investigadores, los curadores, los críticos, los gestores, los profesores, los administradores y los directores de los centros e instituciones artísticas?
Suponemos que no se trata solo de hacer una pintada en la pared de un cubo blanco, de exhibir un no, hacer figuritas y muñequitos de dictadores; sabemos que esto puede ser atractivo, pero insuficiente. Una de las cosas que nos han llamado la atención es una cierta “ceguera” hacia la tragedia que se está viviendo en tiempo real y a pesar de que numerosos artistas, escritores y personas de reconocida trayectoria y criterio relatan lo que se está sufriendo, la recepción de esa realidad se ve “mediada” y digamos que “atraviesa” múltiples capas de prejuicios. Por todo ello, el trabajo de los agentes de la cultura no se limita exclusivamente al acto de representación simbólica, sino que es mucho más amplio, y debe adoptar la lectura de la realidad, más allá de las propias posturas, creencias y certezas en las que se "asienta".
Haremos entonces el intento de situar esas capas.
Guerra de relatos: izquierda - derecha
Desde hace años se está produciendo un fuego cruzado de “relatos” en el que la gente que vive y padece el día a día en Venezuela se ha visto atrapada o, mejor dicho, doblemente atrapada. Por un lado, el gobierno ha acaparado para sí el término “izquierda” desde que asumió el poder. Y aunque hace ya muchos años abandonó los principios inherentes a esa ideología por la vía militarizada, sigue utilizando el slogan como escudo y como imán para ganarse la simpatía de una cierta clase intelectual europea que siempre ha querido ver en América no solo un “Dorado económico” sino un “Dorado salvífico” primigenio y redentor. Digamos que esta podría ser la otra cara de la moneda del racionalismo. Y nos preguntamos si no es debido a ese anhelo inconsciente por un pasado paradisíaco o una otredad "pura" el que los estudios “decoloniales” hayan cobrado un enorme y sospechoso auge en Europa.
Por otro lado, tenemos a lo que se considera “la derecha” y ahí entra todo lo que no es izquierda --o lo que se desmarca de ella- dadas las derivas caóticas en las que se han incurrido (pero ojo, la izquierda hoy en Venezuela constaría solo de los que apoyan al gobierno o negocian con él: militares y enchufados que se enriquecen en paraísos fiscales). A la vez que se acusa de ser de “derecha” a todo aquel que tiene una visión distanciada o crítica con respecto a un proyecto de país que ha fracasado y que no ha podido dar a la población ni siquiera los insumos básicos.
He ahí que cuando alguna de nosotras, ha intentado señalar los graves hechos que se vienen produciendo en Venezuela, a saber: la corrupción más grande y nunca antes vista[2], la pérdida de valores[3], la usurpación de poderes, la humillación y la violencia contra la gente, el desabastecimiento, el desmantelamiento de todas las infraestructuras, el ejercicio despótico e indiscriminado del poder, la violación reiterada de la constitución, la imposibilidad de convocar elecciones libres y universales, se nos acusa, con la mano en la cintura, de ser de “derechas” o de “apoyar a los corruptos” de los gobiernos anteriores al actual, que ‘solo’ lleva en el poder 18 años.
Nos ha pasado, nos está pasando y es también por eso por lo que nos resolvimos a escribir este pequeño texto, que es como una forma de ejercicio, para tratar de entender por qué si estamos levantando la voz para señalar una tragedia humana, frente a la que una verdadera izquierda o verdadera comunidad artística con valores debería querer desmarcarse y tratar de enmendar; por qué, si lo vemos con nuestros propios ojos, con nuestro propio cuerpo –lo vivimos de manera directa o través de nuestros familiares y amigos–, se nos descalifica, no se nos escucha y simplemente se nos acusa y se nos mete en un saco que no nos corresponde.
No nos ven. No existimos. Somos fantasmas. Somos los espectros y las víctimas de ese fuego cruzado que ni siquiera es el que se está produciendo ahora mismo en las calles de Venezuela, pero además somos las víctimas colaterales del enfrentamiento entre los dos relatos políticos europeos agónicos y viejunos, que en España[4] encarnan llevándolo al terreno de la polarización a la que se nos quiere obligar, el PP-Ciudadanos y Podemos (o las “izquierdas” en pugna).