viernes, 17 de febrero de 2017

Los últimos poemas de Szymborska



La escritora Wislawa Szymborska, en su casa en 2009.  WITOLD KRASSOWSKI
Alma era una palabra-acertijo. Soy, su mayor problema. ¿Y los mapas?, los mapas le encantaban por su don de mentir al desplegar un mundo “no de este mundo”.
Fueron las últimas revelaciones que Wislawa Szymborska (Polonia, 1923-2012) dejó escritas, de su puño y letra, en 13 poemas póstumos. De ellos, quien es considerada uno de los grandes hallazgos que ha dado el Nobel en las últimas décadas, alcanzó a hablar a un grupo de amigos, pocos meses antes de morir, el 1 de febrero de 2012. Y allí estaba el poema titulado Alguien a quien observo desde hace un tiempo, cuyo final es ella misma:
“Una vez encontró en los arbustos una jaula de palomas.
Se la llevó
y para eso la tiene
para que siga vacía”.
Una estrofa que guarda una historia, mil historias. Recuerdos que no peregrinan y determinan el rumbo del pensamiento y la actitud ante la vida. Como la de ella, casi toda su existencia, bajo el régimen comunista polaco en los años del telón de acero.
“Para que siga vacía”. Revolotea incesante el último verso del primero de los 13 poemas reunidos bajo el título de Hasta aquí, publicado en edición bilingüe por Bartleby, con traducción de Abel Murcia y Gerardo Beltrán. Ambos, una vez más, ante esa mujer de alegre timidez que obtuvo el Nobel de 1996 por una poesía “que con precisión irónica logra que pasajes de la realidad humana salgan a la luz en su contexto histórico e ideológico”. Se ve en obras como Por eso vivimos, Llamando al Yeti, Si acaso, El gran número y Gente en el puente.
Trece años después del Nobel, Szymborska publicó el que sería su último libro en vida: Aquí (2009). Y dos años después de su muerte, 2012, retorna para continuar el diálogo con los lectores sobre los temas que le interesaban: el tiempo, la niñez, la memoria, la época que lo tocó vivir, las emociones, los detalles...
El legado último para un universo completado en este libro con una entrevista del poeta y periodista Javier Rodríguez Marcos a los dos traductores. Tal vez la escritora era consciente de que serían sus últimos poemas, dicen ellos que la conocieron. De ahí el título: Hasta aquí. “Cuando ella decidió titular así y en las circunstancias en que se encontraba, parecía evidente de que sería difícil que hubiera nuevos poemas”, cuenta Abel Murcia, pero desliza otra sospecha: “Digo nuevos porque lo que sí parece es que hay poemas dispersos, no publicados en libro que es probable que acaben viendo la luz…”.
Escritos siempre en Cracovia, la ciudad donde vivió desde los 8 años y donde se haría miembro del Partido Obrero Unificado Polaco comunista, del que más tarde se retiraría.
"Y al final dejé de saber
qué era lo que tanto buscaba”.
Es uno de sus nuevos últimos versos, de En sueños. Donde lo cotidiano y corriente adquieren otra dimensión. “Traducir a Szymborska no es difícil, dificilísimo”, reconocen los traductores en el libro. Y la gran dificultad, añaden, “radica en esa aparente sencillez y claridad. La selección léxica que hace es de una exactitud farmacéutica, no hay nada casual, las palabras ocupan el lugar que ocupan porque otras palabras ocuparán a su alrededor también un lugar preciso, y, sin embargo, la preparación de esa sencillez lingüística tiene que haber significado un gran esfuerzo, esfuerzo que se traslada al traductor”.
Como “el polvo de los escombros lavado por lluvias brillantes”.
Los temblores ante los asombros de la vida transmitidos al lector que, de repente, se sorprende con una sonrisa sigilosa en mitad de cualquier verso. Como en el reciente Confesiones de una máquina lectora, de ráfagas autobiográficas y de todos:
"Lo reconozco, ciertas palabras
me crean problemas.
Por ejemplo los estados llamados ‘sentimientos’
no consigo hasta ahora explicarlos de forma exacta
Lo mismo con ‘el alma’, palabra-acertijo.
De momento concluyo que es un tipo de niebla,
en teoría más duradera que los organismos mortales.
Sin embargo, mi mayor problema es la palabra ‘soy'.
Tiene la apariencia de una acción común,
realizada de forma general, pero no colectiva,
en un antetiempo presente,
de aspecto imperfectivo,
si bien, como se sabe, ya hace mucho perfectivo”.
“Soy”, “Antetiempo”, “Perfectivo”, es Wislawa Szymborska. La poeta de curiosidad sin límite, como quedó demostrado al escribir durante varias décadas en los periódicos polacos comentarios de libros y alrededores. Una prosa recogida en España en los libros Lecturas no obligatorias (2008), Más lecturas no obligatorias (2012) y, hace poco, Siempre lecturas no obligatorias (todos editados por Alfabia). Piezas breves llenas de sabiduría, humor, comprensión, emociones y toques de mucha ironía. Allí comentó a Jüng, a Montaigne o a Verne. También libros de jardinería y pájaros. Habló de su querida Ella Fitzgerald. O de que “a los niños les encanta asustarse con los cuentos. Sienten la necesidad natural de vivir grandes emociones”, por eso estaba segura de que ningún niño le guardaba rencor a Andersen. O de las razones del amor “inexplicable”, como el que sintió Anna, la esposa de Dostoievski por él: “Al igual que un arbolillo en una ladera rocosa, uno nunca sabe cómo crecerá, qué es lo que lo sostiene, de dónde saca su sustento o qué milagro es el que hace que broten esas verdes hojas. Pero ahí está su verdor; es evidente que ha hallado en ese lugar lo necesario para vivir”.
Y así hasta casi 300 postales de literatura-vida, puro talento.
Y desparpajo. Como el que mostró al mundo aquel diciembre de 1996, cuando casi nadie sabía quién era esa mujer polaca de nombre impronunciable, Wislawa Szymborska, al recibir el Nobel empezó diciendo: “Parece ser que en un discurso lo más difícil es la primera frase. Así que ya la he dejado atrás... Pero presiento que también las que siguen serán difíciles, la tercera, la sexta, la décima, así hasta la última…”.
Y las suyas fueron estas en Mapa:
“Me gustan los mapas porque mienten.
Porque no dejan paso a la cruda verdad.
Porque magnánimos y con humor bonachón
me despliegan en la mesa un mundo / no de este mundo”.

martes, 14 de febrero de 2017

Enrique Vila-Matas: "La ficción sodomiza a la realidad"



Da la sensación que la última novela de Enrique Vila-Matas (Barcelona,1948) logra el pequeño milagro de compendiar todas las fórmulas, estilos e innovaciones de su obra en apenas trescientas páginas que fluyen vertiginosas hasta alcanzar una plácida plenitud. En 'Mac y su contratiempo' (Seix Barral), un aprendiz de escritor se propone reescribir un libro olvidado de su vecino, un literato arrogante que se mezcla con los personajes del barcelonés barrio del Coyote. ¿El título? 'Walter y su contratiempo'.
PREGUNTA. Me confesaste hará un par de años que preparabas una obra en la que el protagonista se debatía entre momentos de profunda felicidad y otros de infinita tristeza. ¿Qué ha quedado de esa idea en 'Mac y su contratiempo'?
RESPUESTA. Nada, porque no lo recuerdo. No he hablado mucho de esta novela y considero que es muy difícil de contar. Recuerdo que te hablé de la cotorra argentina porque es un hecho real incorporado al libro, aunque a otros les digo que todo es falso. Me preguntan mucho si mis textos son autobiográficos y siempre digo que solo lo son en un 27%. En 'Mac' impera la invención más que en otras.
P. Pero por primera vez en mucho tiempo, quizá desde 'Extraña forma de vida', la ubicas en un espacio barcelonés real aunque con nombre inventado: el barrio del Coyote.
R. Sí, pero también es un barrio mental. Es y no es mi barrio. Está claro que tiene una ubicación geográfica concreta, pero en el fondo hice lo que Juan Marsé, pues todos creen que sus historias transcurren en el Guinardó cuando en realidad se sitúan en un espacio meramente mental. Esto que permite que me tome muchas licencias durante la historia, por ejemplo la incesante presencia de vagabundos, algo real porque de repente se produjo una invasión de 'clochards' al modo de 'La ópera de los tres centavos', de Bertol Brecht.
Hice co 
P. El barrio se llama así por José Mallorquí, un apóstol español del pulp durante el Franquismo.
R. Fue el escritor que vendió más durante la posguerra con los libros del Coyote y vivía en el mismo piso que Sánchez, el escritor al que Mac quiere modificar. Quiere mejorar en secreto la obra literaria del vecino. La clave es que es en secreto. Por ejemplo, tú y yo nos conocemos desde hace tiempo, y es como si me dijeras que quieres gastar tu tiempo en mejorar, por ejemplo, 'El mal de Montano'. Sin avisar.
P. Y además quiere que sea un libro póstumo.
R. Esto lo digo ya desde la primera línea para retener la atención desde el principio ya que es un diario que tarda un poco en ponerse en marcha, dado que hasta el tercer capítulo, cuando se introduce el tema de la repetición, no arranca de verdad del todo, entre otras cosas porque es un debutante en la escritura.
P. Y aquí hay una paradoja porque es un debutante que quiere escribir algo póstumo.
R. Como Lampedusa y 'El gatopardo', que escribió ese libro y se murió. Hay una apuesta de riesgo físico y personal: si yo me muero mientras escribo un libro pasa a ser póstumo y se convierte en un best-seller. No me he muerto pero sigo corriendo el riesgo de que sea el último, por lo que deberé darme prisa en escribir otra novela. Hay un riesgo literario que consiste en lograr el efecto al final de que ha pasado algo por lo que ha tenido que abandonar el libro.

P. Mac afronta el reto de modificar una novela, en realidad diez relatos escritos tres decenios atrás, que su vecino escribió en una época en la que se emborrachaba salvajemente. Algunos párrafos son demenciales. 
R. En cada cuento había momentos mareantes que coincidían con la plenitud alcohólica de Sánchez. Mac comprende que esta novela, olvidada por el vecino al estar escrita en estado de colisión, le da muchas oportunidades para experimentar y mejorar el texto de otro.
P. A aquellos diez relatos ahora pretende cambiarles el estilo y redactar cuatro volúmenes autobiográficos a lo Knausgard para adaptarse a las tendencias de la época.
R. Algo muy pretencioso y ahí está la venganza de Mac, un abogado despedido de su trabajo que aprovecha el tiempo para leer y pensar demasiado.
P. El mismo Mac considera que la novela del siglo XXI es un género que lucha por reinventarse sin encontrar su motivo o idea para hacerlo. 
R. La novela del siglo XIX está agotada, precisamente porque tiene grandísimas obras. Se agota el género, pero no la novela. Un señor de nuestra centuria puede escribir un novelón, pero debe buscar otras posibilidades, como hicieron en 1900 Proust y Joyce en un proceso que termina con Beckett, Bernhard y Sebald. Me he pasado toda la vida entreteniéndome muchísimo buscándole otras posibilidades a la novela. Es una manera de jugar y divertirse. A veces sale bien, otras peor y otras mejor. En Mac ha salido mejor porque recuerda a una novela aunque sea un libro de cuentos que al mismo tiempo es un libro de cuentos y también puede considerarse un ensayo sobre la repetición en la literatura.
Enrique Vila-Matas (EFE/Iván Franco)
Enrique Vila-Matas (EFE/Iván Franco)
P. El formato que has creado genera un híbrido en el que puedes sentirte muy libre.
R. Siempre me siento libre porque lo manejo todo al mismo tiempo y aquí lo he conseguido más que nunca. Libre con muchísimas reglas y disciplinas. Esta es una novela muy trabada si la comparas con otros de mis libros.
P. Escarbas en las fisuras de los formatos. Tú mismo lo dices. Si metes el dedo en las grietas de los formatos puedes penetrar en los mismos y darles otras formas. 
R. Todo esto empezó con un ensayo que me pidieron en Argentina sobre 'Mad Men' donde expuse mi idea de la serie, que no veía seguida porque solo buscaba fragmentos que para mi eran cuentos, valían por sí solos como una historia entera al estar muy bien hechos y magníficamente trabados. Con eso entendí que la novela de nuestro siglo debe estar trabada en forma de cuento.
P. Conectándose como si fueran enlaces de Internet, donde un texto te lleva a otro. 
R. Nadal Suau la llama prosa saltarina. En 'Mac y su contratiempo' el día se divide en tres secciones. Una de ellas es la nocturna que siempre tiene un punto de revisión de la jornada y coincide con un misterioso horóscopo de una antigua conocida del protagonista.
P. ¿Crees que al reescribir esos relatos Mac quiere mimetizarse con su vecino? Lo digo porque en el proceso de escritura no parece nada casual la ingesta alcohólica, que siempre aparece en la recapitulación del día.
R. Si fuera así sería como Alonso Quijano, que quiere mimetizarse y para lograrlo sale para llevar a cabo lo que ha leído mientras descubre que necesita de la ficción para ser auténtico, cuando cada vez lo es menos porque cae en la misma para repetir en la vida lo que no se puede repetir. No hay progreso ni cambio en la literatura, sólo repetición porque nunca existió la originalidad y más bien todo es transmisión y repetición de ideas ajenas desde el origen de los tiempos. En este sentido mi novela habla de que la repetición es avance, jamás logras repetir.
P. En este sentido la repetición siempre será modificación. 
R. Nabokov dice que si intentas repetir una cosa de tu pasado no estás muerto. He tardado en comprender qué quería decir, ahora entiendo que si intentas repetir aquello que pasó estás muerto, porque no vas a lograrlo. Algunos dicen que la novela nació muerta porque no puede representar la realidad, por eso, entre otros, me gusta Tom McCarthy, que en 'Satin Island' muestra por mucho que intentes representar la realidad nunca pasas al otro lado del espejo. No estoy en contra del realismo, pero es una ilusión porque por mucho que representes la realidad siempre hay un defecto de fábrica en la novela.
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P. A partir de este punto todo narrador que intente representar la realidad es un farsante, porque siempre omitirá datos que convertirán la realidad en irreal. 
R. Nunca cruzará el espejo. Es la historia del Quijote.
P. Al salir a la calle y escribir Mac siente que adquiere mayor voluntad de conocimiento.
R. Hay una relación interior-exterior extraña, porque en realidad uno lleva el barrio consigo mismo. Estoy escribiendo sobre el barrio en que vivo, pero también podría ser el paseo de San Juan, el barrio de mi infancia, mi calle Rimbaud, y asimismo podría ser el lugar donde vivo ahora, que traslado a todas partes. Al terminar el libro me di cuenta que el barrio del Coyote se parecía más al mío, aunque con ciertas licencias de desplazamiento para moverme de un lado a otro que alguien de París, por decir algo, identificará con las estructuras de paseo que Patrick Modiano usa en sus novelas.
P. Al personaje que das muchísima importancia es al sobrino de Sánchez.
R. Es fundamental porque surge de 'El sobrino de Rameau', la famosa novela de Diderot en la que inventa un personaje que siendo sobrino de un músico famoso se pone en su mismo plano, al mismo nivel, sin haber hecho nada nunca. Lo gracioso es que Diderot se plantea una duda muy moderna, que igual tiene razón, porque no haber hecho nada quizá te haga mejor que el otro. Ahora lo ves en Twitter, donde muchos se sienten iguales a ti por soltar cualquier tontería.
P. Y queda el beneficio de la duda. 
R. Por eso uso el aforismo de Wittgenstein, de lo que no se puede hablar es mejor callarse. Bernhard en su 'Sobrino de Wittgenstein' habla de un caso similar y se pregunta si el mutismo del sobrino lo convierte en más sabio. El mío es enormemente siniestro, es lo que más me ha costado del libro, cuando Mac se da cuenta que Julio es la maldad personificada y descubre que no es lo que parece, sino algo peor.
P. Pese a tanta maldad a Mac le ayuda a modificar la obra de Sánchez. 
R. Le ayuda mucho porque no hay como un odiador para escribir mejor: tener un contrincante ofrece el acicate para mejorar siempre.
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P. A partir de todas las voces al final se consigue una sola, pero lo curioso es que tanto Mac como Sánchez, o tanto Sánchez como Mac, buscan a la parel origen de la voz ficcional, ubicada en la antigua Arabia Feliz.
R. Cuando se escribió 'Walter y su contratiempo', la primera novela dee Sánchez donde la Arabia Feliz se situaba en el antiguo Reino de Saba, el lugar sí era accesible, pero cuando Mac modifica el espacio de ese origen de la voz ficcional es cualquier cosa menos aconsejable por las circunstancias históricas. Es una de las diferencias que hay entre un libro y otro, como la de los cambios literarios. Mac cambia a Carver por Bolaño, que por aquel entonces no existía como escritor. También aparecen Samanta Schweblin o David Foster Wallace, y eso puede dar a entender que Mac está en una esfera más alta de la literatura al contar con nuevas incorporaciones.
P. Pero en realidad no hay progreso.
R. No, no avanzamos porque estamos siempre en el bucle aunque se adopten actitudes distintas.
P. Es una acumulación en la que se alambican las fases. En ese centro del libro está el relato 'Los viejos cónyuges', en el que apuestas más fuerte a nivel teórico.
R. Pirelli y Baresi están en un bar en lo que yo defino como la eterna relación entre el chulo y la puta, entre realidad y ficción.
P. Para Sánchez es realidad y ficción, para Mac es lo sencillo y lo complejo en literatura. Ficción/ realidad es un debate muy actual que hoy en día parece que se centre en el tema de la auto ficción, un concepto que, al menos de nombre, creó Serge Doubrovsky en 1977.
R. Se ha hecho siempre. Marsé dice que la autoficción está en 'El Quijote'. En el prólogo si te fijas habla Cervantes, que además dice que no piensa poner muchas citas eruditas para no fastidiar al lector.
La eP. Y en el siglo XX André Gide la usó con maestría antes de la moda actual. Los dos debates de 'Los viejos cónyuges' y su adaptación son parte de la esencia de la literatura.
R. Donde la ficción sodomiza a la realidad. Los dos protagonistas han sido abandonados por su mujer, un preludio de lo que puede pasarle al narrador.
P. Hay un momento, dado que la ficción sodomiza a la realidad, donde mencionas la necesidad de que la ficción sea ficción, siendo auténtica y creyéndose a sí misma.
R. Sí, y mi obra en definitiva es una central de creación constante de ficciones, extrañamente coherente como dijo un crítico.
P. Seguramente lo es porque, pese al aparente desorden y mezcla, al poner el punto y final adquiere esa condición.
R. Así es, y mas en esta novela donde todo queda redondo, aunque no debería decirlo yo.
P. Bueno, ahora no lo diré porque a saber qué dirían, aunque tampoco importa. Quería terminar con una de tus frases más célebres. Si dices que viajar es perder países creo que a lo largo de tu narrativa la progresión se cifra en escribir y perder géneros hasta conseguir su desaparición. 
R. Sí, es algo que ya está presente en 'El mal de Montano', si quieres estaba hasta en 'La asesina ilustrada', donde el género eran unas notas al pie de página. Es una búsqueda muy entretenida con la que uno puede pasarse la vida, de hecho puede que la mía se haya centrado en ese reto.

lunes, 13 de febrero de 2017

DESPUES DEL LIBRO IMPRIMAMOS LA CARNE por PAUL B. PRECIADO


¿Qué sexo te gustaría si pudieras dibujarlo con una impresora biológica 3D?
Paul B. Preciado
No voy a hablar de Donald Trump. Voy a hablar de la posibilidad de imprimir un órgano sexual con una impresora biológica 3D. Puede que sea otra manera de responder a Trump. Hasta hoy la transformación anatómica de un cuerpo transexual implicaba un doble proceso: la destrucción del aparato genital y esterilización. Esto pasaba y pasa aun, en la mayoría de las operaciones de vaginoplastia y faloplastia. Estas cirugías son la secularización técnico-científica de un ritual del sacrificio en el curso del cual el cuerpo trans es sometido a un suplicio, mutilado e incapacitado para todo proceso de reproducción sexual. El objetivo no es la intensificación vital del cuerpo (a la que llaman salud, placer o bienestar) sino la reafirmación de la norma falocrática y de la estética heterosexual penetrante-penetrado.


Tendremos pronto, no cabe lugar a dudas, la posibilidad de imprimir nuestros órganos sexuales con una bio-impresora 3D. La bio-tinta se fabricará a partir de un compuesto de agregados de células madre provenientes del cuerpo al que el órgano está destinado: este órgano será primero diseñado por un ordenador antes de ser implantado en el cuerpo que lo reconocerá como suyo. Este proceso ha sido experimentado ya para imprimir órganos tales como el corazón, el riñón o el hígado.

Curiosamente los laboratorios de investigación no hablan de la impresión de órganos sexuales. Evocan límites “éticos”. Pero ¿De qué ética se trata? ¿Porque es posible imprimir un corazón, pero no un pene, una vagina o un clítoris? ¿No sería en algún caso posible imaginar una cantidad n+1 de órganos sexuales implantados? ¿Debemos considerar la diferencia sexual como límite ético de la transformación del cuerpo humano? Acordémonos de cuando Johannes Gutenberg declaró en 1451, que era capaz de imprimir 180 copias de la Biblia (supuesta palabra de Dios) con 42 líneas de texto por página en solamente algunas semanas (por entonces hacían falta 2 años para hacer una copia a mano), él no solo fue considerado inmoral sino también hereje. Hoy, sabemos concebir una impresora biológica 3D pero no somos capaces de utilizarla libremente. Nuestras máquinas son más libres que nosotros.

En poco tiempo dejaremos de imprimir libros para imprimir carne. Entraremos en una nueva era de escritura biológica numérica. La era de Gutenberg se ha caracterizado por la desacralización de la Biblia, la secularización del saber, la proliferación de las lenguas vernáculas frente al latín y la multiplicación de lenguas políticamente disidentes.  Entrando en la era Gutenberg biológica 3D, conoceremos la desacralización de la anatomía moderna como lenguaje vivo dominante.

Los regímenes de la hegemonía masculina y de la diferencia sexual (que aún prevalecen hoy en días a pesar de que están en crisis desde 1968) son equivalentes en el dominio de la sexualidad a lo que el monoteísmo religioso fue a la teología. De la misma manera que parecía imposible (o sacrílego) para el Occidente medieval poner en duda la palabra divina, parece hoy aberrante poner en duda el binarismo sexual. Sin embargo solo se trata de categorías históricas, mapas mentales, limitaciones políticas a la proliferación indefinida de la subjetividad. Las lógicas del binarismo sexual y de la diferencia entre homosexualidad y heterosexualidad son los efectos de la sumisión de la potencia de un cuerpo a un proceso de industrialización de la reproducción sexual. Nuestros cuerpos no son reconocidos como potenciales productores de óvulos o espermatozoides que se someten a la cadena familia-fordista en la cual están destinados a reproducirse.


Maculinidad y feminidad, heterosexualidad y homosexualidad no son leyes naturales sino prácticas culturales contingentes. Lenguajes del cuerpo. Estéticas del deseo. La posibilidad de diseñar e imprimir nuestros órganos sexuales nos enfrentara a nuevas cuestiones. No solo ya con que sexo anatómico hemos nacido, sino que sexo queremos tener. De la misma forma que los cuerpos trans decidimos intencionadamente introducir variaciones hormonales o morfológicas que pueden ser reconocidas exclusivamente como masculinas o femeninas según los códigos binarios de género, será posible implantar multitud de órganos sexuales en un cuerpo. Será posible tener un pene con clítoris o ninguno de los dos, o un tercer brazo en lugar del pene, o un clítoris en el plexo solar o una oreja erotizada consagrada al placer del sexo auditivo. Vendrá el tiempo de la estética contrasexual definida no por las leyes de la reproducción sexual o de la regulación política sino por los principios de complejidad, de singularidad, de intensidad y de afecto.


Traducción: Parole de Queer
Corrección: Quimera Rosa

Artículo compartido de Liberation