sábado, 20 de mayo de 2017

Artículo de Ramón Irigoyen publicado en “Diario de Navarra”. Lunes, 1 de mayo de 2017




Ha publicado el periodista y novelista Juan Luis Cebrián Primera página. Vida de un periodista (1944-1988) (Editorial Debate)unas memorias espléndidas que él, con una humildad digna de Teresa de Ávila, dice que no alcanzan el nivel de memorias y que sería más exacto calificar como recuerdos de una vida.  Con la habilidad de comunicación que nos enseña la retórica griega y romana, Cebrián comienza captándose la benevolencia del lector con un prólogo – que él tiene el acierto de no llamar prólogo – presentado con el título de “A modo de excusa”. Y, en este admirable texto introductorio, en el que declara que escribir la propia biografía es uno de los actos más narcisistas que los mortales podemos imaginarnos, se nos aparece el Montaigne  – el genial ensayista francés -,  que Cebrián lleva dentro.
¿Quién que no sea imbécil no ha pensado   que nuestra  vida, salvo para nosotros mismos y, en todo caso, para nuestros familiares y amigos, no tiene ningún interés? Por supuesto, nadie aprende  de la experiencia ajena, nos recuerda quien fue el primer director del El País  y hoy es presidente de este diario y también presidente del  Grupo Prisa. Y, por tanto, dice  Cebrián,   este introito  no tiene ningún ánimo didáctico ni ejemplarizante. Educado con los libros de Unamuno, Sartre y los novelistas del llamado existencialismo cristiano, Cebrián, como no pocos contemporáneos suyos,  padeció la pretenciosa tendencia de considerarse protagonista de cuanto le rodeaba.
Pero la edad, y la contemplación sensata de la realidad, le llevaron a descubrir la vulgaridad de todos los seres humanos, todos iguales por lo menos frente al inodoro y la pálida muerte que, como nos recuerda el poeta latino Horacio, llama con el mismo golpecito en las chozas de los pobres y en los palacios de los reyes.  En un quiosco de Londres vio Cebrián una imagen de la reina de Inglaterra sentada augustamente en el cagadero – es la palabra que usa el autor – real y otra imagen del papa Montini en idéntica y gallarda postura y, a partir de estas imágenes, que tanto disfrutarán los nacidos bajo el signo de capricornio, las personas que más aprecian  la coprofilia, Cebrián elaboró intelectualmente esta sabia reflexión  sobre la vulgaridad humana.
¿Qué pretende el autor con estas páginas? El autor pretende que el lector no se aburra. Y, además, aspira a que el lector sea capaz de zambullirse en el texto como si se tratara de una novela de aventuras. Así he leído yo Primera página como  una auténtica  novela de aventuras, escrita, en este caso, con una prosa fascinante por la claridad, agilidad eléctrica de las palabras y profundo análisis de los hechos  narrados. En 17 capítulos, que van desde “España en guerra” a “¿El gran salto hacia adelante?” y que se aproximan a las 400 páginas, Cebrián, hijo de Vicente Cebrián, periodista  del diario falangista Arriba,  nos relata sus orígenes familiares, su infancia, adolescencia y su precocísima madurez laboral, pues, con apenas 20 años, fue ya subdidrector del diario Informaciones, tras haber trabajado anteriormente en el diario Pueblo.   Aquí está la historia de España desde la sangrienta y terrorífica dictadura a la democracia, que por fin nos civilizó porque, por ejemplo, hasta 1978, una esposa necesitaba autorización escrita del marido para abrir una cuenta bancaria o matricularse en un centro escolar.
Como director de El País, Cebrián vivió en primera línea secuestros de empresarios, atentados contra los periódicos, enorme tensión en las calles y hasta aquel tan criminal como decimonónico golpe de Estado  con asalto al Congreso de los Diputados, que amenazó con devolvernos a los siniestros años del franquismo. Por Primera página cruzan, literalmente, cientos de personajes de la política, del mundo de la empresa y de la literatura.
Mi capítulo favorito de este libro es el titulado “Poesía y política”. Lo que escribe Cebrián sobre García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Cela, Francisco Umbral y muchos otros autores es del mayor interés para profesores de lengua y literatura de colegios y universidades. Estas apasionantes páginas de “Poesía y política”,  bien leídas en voz alta y comentadas en las clases,    aficionarán  a los alumnos a la literatura.  Un pasaje de este capítulo – adivina tú, antes de leer el libro,  qué pasaje – me ha emocionado hasta las lágrimas.



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