martes, 10 de enero de 2017

Texto de Antonio Rabazas Romero sobre Berger





Albert Camus comienza “El extranjero” con estas palabras:
"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. El telegrama del asilo decía 'Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias'. Pero no quiere decir nada. Podría haber sido ayer".
He recibido la noticia de la muerte de John Berger de la misma forma, solo cambia el medio, en vez de telegrama, ha sido un mensaje de WhatsApp.
En su Cuaderno de Bento, Berger cuenta con sumo detalle el proceso de dibujar de unos lirios, nos habla de donde están:
"pegados al muro sur de cierta casa"
De su tamaño:
"Tienen un metro de alto más o menos, pero como están empezando a florecer, se curvan por el peso de las flores. Cuatro por cada tallo."
Hasta del tiempo que hace en ese preciso momento:
"Hace sol. Estamos en mayo. Toda la nieve a una altitud inferior a 1.500 metros se ha fundido."
Describe sus colores aunque nunca se reflejarán en el dibujo:
" Sus colores son un oscuro carmesí con tintes marrones, amarillos, blancos y cobre: los colores de los instrumentos de una banda de música tocados con cierta desgana. Los tallos, los cálices y los sépalos son de un verde desvaído, como de óxido de cromo."
Comienza a describir los instrumentos con los que dibuja:
"Dibujo con tinta negra (Sheaffer), aguada y saliva, utilizando un dedo por pincel."
y el soporte:
"tengo unas cuantas hojas de papel de arroz chino, que es ligeramente coloreado. Lo escogí precisamente por sus tonos cereal. Puede que luego rasgue alguna para sacar formas que utilizaré a modo de collage. Tengo un tubo de cola, por si me hiciera falta. También tengo a mi lado en la hierba una cera de color amarillo fuerte que cogí de una caja de la marca Giotto, unas ceras para niños." 
Berger escribe lentamente, recreándose en el proceso, tal y como dibuja:
"Cuando uno se pone a dibujar, pierde el sentido del tiempo, de tanto que se concentra en las escalas del espacio."
y reflexiona sobre el acto de observar para dibujar:
"En un momento dado, si no decides abandonar el dibujo que estás haciendo y empezar uno nuevo, la mirada contenida en lo que estás midiendo e invocando en el papel cambia."
Para después, detenerse en lo dibujado:
"Al principio, interrogas al modelo (los siete lirios) a fin de descubrir líneas, formas y tonos que puedas trazar en el papel. El dibujo acumula las respuestas. Asimismo, conforme vas interrogando a las primeras respuestas, el dibujo va acumulando, claro está, correcciones. Dibujar es corregir. " 
Berger se recrea en el proceso del dibujo paso a paso, describiendo primero las dudas sobre si esos trazos que van apareciendo sobre el papel son lirios:
"Si tienes suerte, llegará un momento en el que la acumulación se convierta en una imagen, es decir, que dejará de ser un montón de signos y se transformará en una presencia. Una presencia un tanto tosca, pero una presencia. Es entonces cuando cambia tu mirada. Y empiezas a inquirir de esa presencia tanto como del modelo." 
Después toma conciencia del dibujo como lenguaje en el que interviene el contexto del objeto, el papel y todas las decisiones sobre los rastros de líneas que se van acumulando: "
¿Cómo te pide que la modifiques para ser menos tosca? Miras atentamente el dibujo y vuelves una y otra vez a recorrer con la mirada los siete lirios buscando no ya su estructura, sino lo que irradian, su energía. ¿Cómo interaccionan con el aire que los envuelve, con el sol, con el calor que se desprende del muro de la casa? Dibujar ahora significa restar tanto como sumar. Implica tanto el papel como las formas dibujadas en él. Utilizo el cúter, el lápiz, la cera amarilla, saliva. No puedo apresurarme." 
De nuevo constata la necesidad de parar el tiempo, de dilatarlo, de deleitarse en la tarea:
"Me tomo mi tiempo, como si dispusiera de todo el del mundo. Tengo todo el tiempo del mundo. Y en esta creencia, sigo haciendo correcciones mínimas, una tras otra, tras otra, a fin de hacer la presencia de los siete lirios un poco más cómoda y, por lo tanto, más palpable. Todo el tiempo del mundo." 
Para revelar al fin que el motivo último de este dibujo es honrar y recordar, ofreciendo una parte de su tiempo a una buena amiga:
"En realidad, tengo que entregar el dibujo esta noche. Lo he hecho para Marie-Claude, que murió hace dos días, a los cincuenta y ocho años, de un infarto.
Esta noche colocarán el dibujo en algún lugar de la iglesia, cerca del ataúd, que se abrirá para quienes quieran ver a Marie-Claude por última vez. Mañana es el funeral. Entonces, el dibujo, enrollado y atado con una cinta, irá, junto con las flores de verdad, sobre su ataúd, y será sepultado con ella.
Quienes dibujamos no sólo dibujamos a fin de hacer algo visible para los demás, sino también para acompañar a algo invisible hacia su destino insondable."
John Berger, Cuaderno de Bento, pp.15-17. 
Hasta pronto John, allá donde hayas ido... nos traes una especie de paz.

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