sábado, 9 de abril de 2016

Los hermosos años del castigo









En el Bausler Institut, un internado femenino situado en el cantón más retrógrado de Suiza, el Appenzell, se respira una densa atmósfera de cautiverio, sensualidad inconfesada y demencia. En estos parajes por los que paseaba el escritor Robert Walser, y donde se suicidó tras permanecer treinta años en un manicomio, se desarrollan la infancia y la adolecencia de la narradora, quien las rememora desde la madurez. En ese colegio imaginario que permanece, transfigurado, en la memoria, la narradora se sentirá irremediablemente atraída por la «nueva»: hermosa, severa, perfecta, figura enigmática que parece haberlo vivido todo, y que le deja entrever algo a la vez sereno y terrible. El estilo lacónico y terso, casi punzante, la sagacidad de las reflexiones más sutiles, subrayan la intensidad de esta historia implacable. Hacen vibrar una cuerda secreta en ese mundo desvinculado de la realidad, en que la vida se ha visto «pasar por las ventanas». Entre el desconcierto, la atracción y el temor, una insólita emoción trastoca al lector, como si en el centro de un jardín bien cuidado viera cómo se desata una vorágine.