miércoles, 2 de noviembre de 2016

ARCADIA LITERARIA (263): Luis Goytisolo sobre Dante


Desde la poesía provenzal a las andanzas del Arcipreste o de Villon, la literatura gana en interés en la medida en que se afirma frente al único negocio que oficialmente debía regir la vida de todo cristiano: salvar el alma. En este sentido, la figura de Dante destaca sobre cualquier otra. Su empeño no podía ser más ambicioso: escribir en lengua romance una epopeya como las del mundo clásico; situar en un mismo plano –igualados por la muerte– a héroes de la Antigüedad y a contemporáneos suyos; modificar el paso en función del premio o el castigo recibidos por el alma después de la muerte; introducir en una sola imagen, que incluye el universo, el cielo y el infierno, al Creador de todo ello y a sí mismo, el creador de la obra. Una osadía que, por su propia naturaleza, contribuye decisivamente a que se abran los resignados horizontes de la época. Boccacio y Petrarca suponen también, cada uno a su modo, el rechazo de tanta pobreza de miras. Pero la Divina Comedia, por sí sola, anuncia el final de esos mil años de infelicidad que para el mundo significó la Edad Media.


LUIS GOYTISOLO, Diario de 360º, Siruela, Madrid, 2010, pág. 36 





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