lunes, 3 de octubre de 2016

¿Cómo ser persona cuando no puedes relacionarte con otros? REBECA YANKE Madrid






El trastorno de ansiedad social frena la capacidad de interacción de quien lo sufre y las actividades cotidianas pueden producir pánico


Las arriba enumeradas son sólo algunas de las sensaciones que cada día, a veces durante todas sus horas, viven las personas que sufren lo que, en la actualidad, se conoce como trastorno de ansiedad social, aunque quienes lo padecen siguen llamándolo fobia social. A Félix Ramos, el hombre de la imagen de arriba, el mundo comenzó a parecerle un lugar extremadamente arduo cuando, con 17 años, le tocó hacer el servicio militar.Salir a por el pan y el periódico un domingo temprano, o a correr por el parque que hay enfrente de casa, ir a la peluquería y decirle al profesional cómo quieres el largo o el flequillo, tomar café en un bar antes de ir al trabajo o encontrarte con un compañero en mitad de cualquier lugar y saludar con alegría y naturalidad. Todo suena bastante normal pero, para algunas personas, las actividades cotidianas que implican una interacción social pueden tomar forma de reto, a veces demasiado difícil de conseguir.
Hay una fuerza invisible y desconocida que oprime el pecho, donde suele asentarse la ansiedad. Hay un temor que recorre el cuerpo y lo agarrota, una rigidez que no permite el movimiento y tampoco el habla. Hay, también, un entorno que se antoja adverso: miradas concentradas en un solo punto, cuchicheos y miedo a hacer el ridículo, pavor a ser evaluado de forma negativa; a no encajar.
"Fue en la mili cuando me di cuenta de que me separaba de la gente, que no quería saber nada de las personas. Notaba que me observaban, que hablaban de mí, que se reían. Me apartaba, me apartaba mucho...", reconoce. Hoy, 40 años después, Félix, que también padece trastorno obsesivo compulsivo (TOC), está "medianamente bien".
"Soy capaz de salir con Mari, mi mujer, a hacer las compras. Si voy en el metro y me empiezo a sentir mal, porque hay mucha gente en movimiento, me pongo los auriculares y trato de concentrarme en la música y miro para abajo porque, si miro a los lados, creo que me están mirando", explica.
Con su Mari todo fue sencillo. La conoció antes de hacer el Servicio Militar y, a su vuelta, le estaba esperando. Con ella ha tenido dos hijos y, aunque tuvo que dejar de trabajar pues le dieron la baja permanente, Félix no pierde la ocasión de avanzar siempre; muestra de ello es este reportaje. "Cuando salgo de ese vagón del metro soy una persona más", afirma. "Trabajaba en Artes Gráficas y me gustaba, llegué a oficial de primera, me desenvolvía bien, pero tuve que dejar de trabajar", rememora.
Este hombre, al que le encanta dibujar, forma parte de la primera agrupación "nacional de ayuda mutua para superar la fobia social y otros trastornos de ansiedad", la Asociación Española de Ayuda Mutua Contra la Fobia Social y los Trastornos de Ansiedad (AMTAES). "La iniciativa surge de los propios afectados, en el seno de foros y chats relacionados con la fobia social. Un pequeño grupo de seis personas decide que no es suficiente hablar en nuestro círculo online sobre nuestros problemas, sino que hay que dar un paso más hacia la vida real", explican desde AMTAES.
Este salto hacia el cara a cara es para el psiquiatra Eduardo García-Camba, jefe del servicio de psiquiatría del Hospital Universitario de la Princesa (Madrid), más que digno de alabanza. "La fobia social es, precisamente, una patología en la que se plantea la evitación. Por tanto, es muy loable que AMTAES contemple las reuniones presenciales porque, así, consiguen salir de la clandestinidad", argumenta. De hecho, otro de los objetivos de esta asociación es conseguir "que la sociedad empiece a conocer mejor este tipo de trastornos para salir de la tendencia al aislamiento que originan".
Dice al respecto Jordi Obradors, uno de los responsables de Academia Conecta, gabinete especializado en "habilidades sociales y crecimiento personal", que "la fobia social sigue siendo desconocida para muchos y, lamentablemente, muchos psicólogos y psiquiatras le dan poca importancia. La mayoría de psicólogos no sabe cómo enfocar estos casos y se limitan a decir que se trata simplemente de timidez y que, con esfuerzo y con la edad, se va superando".
Sucede también que no es sencillo acceder a un tratamiento psicológico. Según el estudio Atlas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en España "hay unos cinco psicólogos por 100.000 habitantes en la sanidad pública española". "La media europea es cuatro veces superior", advierte Antonio Cano Vindel, catedrático de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y del Estrés.
Una persona con fobia social siempre está pensando si su conducta es adecuada o no, si se percibe su ansiedad. Es lo que se conoce como distorsiones cognitivas. No se perdonan la ansiedad y atribuyen sus pensamientos a los otros, es decir, los proyectan. Un tímido también siente ansiedad y vergüenza, lo puede pasar mal pero, luego, se va relajando y deja de pensar en sí mismo", analiza.
Félix combinó durante varios años la farmacología indicada por su psiquiatra con una terapia psicólogica cognitivo conductual -"los fármacos no son tan eficaces, lo es este tipo de terapia", cree Cano Vindel- que le ha "enseñado" a superar limitaciones. "Mientras trabajé me gasté mi dinero en ir al psicólogo, cuando tenía 30 y algo años, decía en el trabajo que iba a comer a casa de mi madre pero iba a terapia. Pero con los 600 euros de pensión que tengo desde que me dieron la absoluta no me lo puedo permitir", resume.
Desde Academia Conecta, Obradors explica su apuesta terapéutica para la fobia social: "Primero, abordamos la parte intrapersonal del individuo, que se conozca a sí mismo, trabaje su autoestima y gestione las emociones que le bloquean. Luego, nos centramos en entender a los demás y cómo aprender a relacionarnos de forma adecuada. La primera parte se realiza en sesiones individuales, la segunda en dinámicas grupales donde mejorar la comunicación verbal y no verbal, cómo iniciar conversaciones...".
Disfrutar de otros seres humanos, de su conversación y de su compañía se entiende como algo connatural a los individuos. Es por eso que, desde AMTAES, algunos de sus 300 miembros y 250 simpatizantes se expresan como sigue: "Para nosotros es dificilísimo, incluso imposible, lo que se supone que todos los humanos podemos hacer de fábrica: relacionarnos con los demás. Y el sentimiento consiguiente es que somos seres humanos defectuosos, o no totalmente humanos".
Tanto la psicología como la psiquiatría insisten en que una persona con trastorno de ansiedad social puede salir adelante si "reconoce su problema y se esfuerza por poner en práctica las herramientas que aprende en las terapias". Este periódico lo ha comprobado después de pasar una mañana entera en un banco, entre dos árboles, con Félix Ramos.

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